UC - Críticas
Países: España y USA. |
TYPICAL SPANISH
Nadie puede negar que Woody Allen es un genio, pero incluso hasta para los genios realizar una película al año es excesivo, y encima conseguir cada vez que sea una obra maestra ya sería más propio de los magos que de los genios.
“Vicky Cristina Barcelona” está claro que no se contará entre las obras maestras de Allen, ni tampoco entre sus mejores películas, se diría que es una película de transición, de compromiso contractual, para cumplir el expediente anual, y aunque no pueda decirse que se trate de una mala película si puede decirse que se trata de algo bastante mediocre viniendo del autor de joyas como “Hannah y sus hermanas”, “Delitos y faltas”, “Annie Hall” o “Match Point”, por citar solo algunas. Y es que a veces uno tiene la sensación de encontrarse más ante un vídeo institucional de una agencia de viajes (con una aburrida voz narradora) que de una película de Allen.
El argumento contiene los típicos líos sentimentales de los films de Allen, y seguimos a dos jóvenes turistas americanas, Vicky (Rebecca Hall) y Cristina (Scarlett Johansson), que llegan a Barcelona para pasar sus vacaciones de verano. Vicky es una mujer sensata y está prometida. Cristina es una aventurera en el terreno emocional y sexual. En Barcelona, se ven envueltas en una serie de líos amorosos poco convencionales con Juan Antonio (Javier Bardem), un carismático pintor que sigue manteniendo su relación con María Elena (Penélope Cruz), su temperamental ex mujer.
Hasta ahí nada nuevo, lo que si sorprende es la sosería de sus diálogos, a menudo lo mejor de sus guiones, y una falta de comicidad alarmante en la mayoría de las situaciones, algo que se entiende inherente en cualquier obra del género del pequeño genio judío. Sin embargo, una inteligente campaña publicitaria convertirá este film en uno de los suyos más vistos.
También resultan sosas las interpretaciones de Bardem y Johansson, mejor está Rebecca Hall y muy por encima de todos Penélope Cruz (actriz que reconozco no me gusta especialmente) y que está francamente estupenda, sonando su nombre para los Oscar, y es que sus apariciones aportan fuerza al ritmo narrativo y se echa en falta cuando no aparece en pantalla, siendo los momentos más divertidos de la película cuando ella está en escena y sus conversaciones mitad inglés-mitad castellano con Bardem y las dos turistas americanas.
Por ello se hace imprescindible ver esta película (me refiero especialmente imprescindible) en versión original subtitulada, ya que si se pierde ese bilingüismo con la que está rodada la película perderá la poca gracia que tiene. Eso sí, siempre nos quedará la opción de revisar cualquiera de los clásicos de Allen para redimirnos y esperar volver a venerarlo en el próximo.
